
El siguiente tema fue tomado del libro de Warren Wiersbe titulado “SEAMOS OBEDIENTES” , un estudio sobre la vida de Abraham
Fe y Misión | Gn. 12:1-3
La fe no se basa en sentimientos, aunque ciertamente las emociones están envueltas (He. 11:7). La verdadera fe está basada en la Palabra de Dios (Ro.10:17), Dios habló a Abraham y le dijo lo que haría por él y por medio de él si confiaba y lo obedecía.
“Las grandes vidas son entrenadas mediante grandes promesas”, escribió Joseph Parker; y esto fue cierto con Abraham y Sara. El pacto de Dios les dio la fe y las fuerzas que necesitaban para su peregrinaje de toda la vida.
No somos salvos por promesas que nosotros hagamos a Dios; sino por creer en las promesas que El nos hace. Fue Dios quien generosamente hizo pacto con Abraham y éste respondió con fe y obediencia (He.11:8-10). La manera en que usted responde a las promesas divinas va a determinar lo que Dios hará en su vida.
La Biblia nos habla de muchos pactos, empezando con la promesa de un Redentor en Génesis 3:15 y terminando con el nuevo pacto por medio de la sangre de Cristo Jesús (Le. 22:20; He.8). La palabra hebrea que traducimos “pacto” tiene varios significados:
- comer con, que sugiere la idea e compañerismo y acuerdo;
- ligar o atar, que habla de compromiso; y
- dar que contiene la idea de compartir.
Cuando Dios hace un promesa se compromete a cumplir aquello que ha prometido. Es por completo un acto de gracia.
Dios no dio a Abraham razones o explicaciones; sólo le dio promesas: «A la tierra que te mostraré, te bendeciré … bendeciré a los que te bendijeren» (Gn.12:1,2). Dios le prometió mostrarle una tierra, hacer de él una gran nación para bendecir al mundo entero.
Dios nos bendice a fin de que podamos ser una bendición para otros, y su gran interés es que todo el mundo pueda ser bendecido. El mandato misionero a la iglesia no comienza con Juan 3:16 o Mateo 28:18-20, sino con el acto de Dios con Abraham. Somos bendecidos para que podamos ser una bendición.
Jorge Bernardini
Pr. ACM Lambaré
Fe y Misión